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Saber Priorizar es Fundamental


No se puede hacer todo en la vida. En determinadas circunstancias priorizar es la única opción. Cuando aprendemos a tomar las decisiones clave, nuestra capacidad de hacer de manera eficaz alcanza nuevas alturas.


Tratar de manejar nuestras actividades sin asignar prioridades, queriéndolo hacer todo, es una gran receta para el fracaso. Todas las cosas  no tienen la misma importancia, y la consecuencia más clara de no priorizar adecuadamente se refleja en un pobre rendimiento general y una incapacidad para tomar decisiones que limita nuestra habilidad de hacer.

La toma de decisión es un proceso complejo que pone en juego nuestra valoración de las cosas. Siempre elegimos entre diferentes alternativas. A veces es fácil pero muchas veces no lo es. Asumir que todo tiene la misma importancia es como decir que todo nos da igual, y esto sencillamente no es cierto. No lo fue nunca y nunca lo será.



El pedido de un cliente que nos da de comer a diario no puede tener la misma importancia que el de uno que apenas nos deja migajas. La solicitud de ayuda de un desconocido no vale para nosotros lo mismo que la de un ser querido.

Desde ya que lo cortés no quita lo valiente, y debemos ser educados y cuidadosos en la forma en que manejamos nuestro asignación de prioridades, pero es perfectamente legítimo que pongamos nuestros valores sobre la mesa a la hora de tomar decisiones. Los demás hacen lo mismo, y reconocerán y respetarán de inmediato a quien lo hace con integridad.

Para hacer más complicado el tema, el valor no es una cosa estática y válida para todos por la sencilla razón de que es “subjetivo” por naturaleza. Por eso nadie puede dar una lista con pesos o valores predefinidos y universales asignados a las diferentes tareas. Las prioridades cambian de persona a persona, porque las valoraciones son diferentes para cada individuo, de la misma manera que es diferente su experiencia previa y diferente es cada coyuntura.

Actuamos para cambiar un estado de cosas que no nos satisface por otro que sí lo haga. Y lo hacemos con arreglo a nuestra escala de valores. Con cada acción pondremos de manifiesto lo que preferimos, porque lo que no hacemos es el costo que pagamos por nuestra elección.




Lo que nosotros buscamos es alcanzar nuestra visión, aquello que anhelamos. Esta debe ser coherente con nuestra misión y las metas que nos proponemos lograr en consecuencia. Nuestros valores se reflejan allí y estos permearán a nuestra asignación de prioridades.

En Resumen

    Es fundamental acostumbrarnos a tomar decisiones una y otra vez, pagando los costos que ellas conllevan y aprendiendo de nuestros errores en un proceso de mejora continua que nos llevará de a poco a encontrar el camino hacia nuestros objetivos.

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